Se llama Victoria de Castro, tiene 94 años y un enorme disgusto. Cuando esta semana regresó a su casa, después de pasar unos días con los suyos, se encontró dentro una familia que no conocía Victoria, que se puede decir que nació en esa parcela, en el número 66 del Grupo Progreso, en la parte alta de Portugalete (Bizkaia), no entiende por qué le han quitado su casa. Vitori, como le llaman sus vecinos, no tiene ni idea de cuál es la diferencia entre allanamiento de morada y ocupación. Lo que sí sabe es que ahora, en su cama, en su baño, en su sala de estar y en su huerta hay una gente a la que no conoce y a la que la ley, de momento, protege. FUENTE: EL PAÍS